Una de las estrellas con mayor reconocimiento en la época de oro del cine mexicano, sin lugar a dudas fue el emblemático Pedro Infante, que a lo largo de su extensa trayectoria artística logró conquistar el corazón no sólo del pueblo mexicano, sino del público internacional. Fue en 1939 cuando apareció por primera vez en una película y desde entonces hasta 1956 recopiló más de 60 rodajes.
Pero el séptimo arte no fue su único acierto, pues gran parte de su vida también la dedicó a la música, convirtiéndose en uno de los más grandes exponentes del género ranchero, contando en su haber con aproximadamente 310 canciones grabadas.
Muchos fueron los papeles que lo inmortalizaron, entre ellos Tizoc. Con esta representación se hizo acreedor a un Oso de plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín, en la categoría de actor principal. De igual forma fue galardonado con el Globo de oro por Mejor película extranjera, reconocimiento acreditado por Hollywood.
Otro de sus personajes icónicos fue Pepe el Toro, que representaba a la clase obrera urbana y con quien cientos de personas se identificaron por la situación que se vivía en 1940, donde miles de campesinos migraban de forma masiva a diversas ciudades, particularmente a la Ciudad de México.
En 1948, sorprendió una vez más a los espectadores con la interpretación de tres personajes en una misma cinta. Hablamos de Los tres huastecos, dirigida por Ismael Rodríguez y que luego de su lanzamiento recibió seis nominaciones al Ariel por las categorías a Mejor director, Mejor guión, Mejor actor principal, Mejor papel juvenil, Mejor adaptación y Mejor edición de película. Asimismo, se encuentra en el lugar número 51 del ranking de las 100 mejores películas del cine mexicano.
En ella conocerás las historias de vida de los trillizos Andrade: Lorenzo, Juan de Dios y Víctor; nacidos en La Huasteca pero que desde muy pequeños fueron separados. Por ello, cada uno vivió con sus respectivos padrinos en diferentes pueblos que conforman la región. Con el paso de los años y siendo ya adultos, sus vidas toman caminos completamente distintos.
Lorenzo, se crió en Tamaulipas y tiene un carácter fuerte, es dueño de una cantina y padre de una niña –«La Tucita» (María Eugenia Llamas)– a quien ha educado de forma dura; además los rumores del pueblo dicen que es un famoso bandido. Juan de Dios creció en San Luis Potosí y su amor por la religión lo llevó a convertirse en sacerdote de una parroquia. Por otro lado, se encuentra Víctor, quien vivió en Veracruz y se forjó como capitán del ejército, que en cumplimiento de su labor tiene una importante misión: detener a «El Coyote», un peligroso malechor que ronda La Huasteca.
Esta singular trama te robará más que sólo un par de sonrisas desde el inicio, sin embargo, las carcajadas comenzarán a fluir cuando su parecido físico les ocasione varios problemas. Y por si esto fuera poco, sus sensaciones también serán motivo de malas jugadas, ya que éstas pueden afectar a los otros. Dentro de las recurrentes confusiones se encuentra una en particular que involucra a Víctor y que pone en riesgo su vida. ¿Cómo solucionarán los hermanos este nuevo embrollo?
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