Ya pasaron casi veinte años desde que el director y guionista M. Night Shyamalan (El protegido, Señales) conmocionara a la audiencia con El sexto sentido, película de suspenso en la que nos presentó la historia de un niño que vive atormentado por no saber cómo lidiar con la extraña capacidad que tiene de ver gente muerta.
En aquel entonces, Shyamalan atrajo a la audiencia con una historia de fantasmas, sin embargo, el guión que tenía preparado estaba perfectamente planeado para elevar el suspenso en cada escena, y al mismo tiempo, conmovernos con las historias de vida de cada personaje, en especial el de Cole (Haley Joel Osment).
Cole es un niño introvertido que tiene problemas para relacionarse con la gente, pues considera que nadie a su alrededor podrá entender la capacidad paranormal que le permite tener contacto con gente que murió de manera trágica. Ni siquiera la madre de Cole (Toni Collette) conoce su secreto, es por eso que a lo largo de la trama somos testigos de una hostil y angustiante relación de madre e hijo.
La vida de Cole cambia cuando conoce al psicólogo Malcolm (Bruce Willis) quien, después de conocer su secreto empatiza con él y le ayuda a superar sus miedos, aunque no crea de todo en las historias de fantasmas que le cuenta. Al mismo tiempo, Malcolm sufre porque su matrimonio está a punto de terminar.
En la famosa escena del hospital, Cole le explica a Malcolm cuáles son las pistas que indican la presencia de un fantasma: «Cuando se enojan hace frío, no saben que están muertos y no se pueden ver entre ellos». Malcolm es escéptico pero poco a poco se va interesando en los síntomas de Cole, y le sugiere enfrentar a los fantasmas ayudándolos a resolver aquello que no hicieron en vida.
Sin quererlo, Cole también ayuda a Malcolm a enfrentar sus problemas, pues en cada conversación que comparten lo orilla a realizar una introspección que le da la información necesaria para finalmente darse cuenta de un aterrador suceso.
El sexto sentido es una película extraordinaria de impecable guión que no pretende hacernos saltar del asiento como cualquier película de suspenso, sino que hagamos una reflexión sobre la comunicación entre los seres humanos.
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