Los años de posguerra que antecedieron la caída del muro de Berlín representaron un fuerte periodo de reestructuración en la sociedad alemana. Los cambios políticos no solo impactaron en la economía del país dividido, también influyeron en la construcción del núcleo familiar.
En 2003, el director alemán Wolgang Becker se basó en aquel periodo de la Historia para presentarnos ¡Adiós, Lenin!, película que muestra la transición desde los ojos de una familia convencional de la época.
La trama gira en torno a Alex (Daniel Brühl), un chico que creció siendo testigo de los ideales socialistas que movían su entorno. Christine (Katrin Sa), su madre, es una fiel simpatizante del Partido Socialista Unificado, de tal forma que tanto él como su hermana se ven impulsados a seguir el ejemplo.
A finales de la década de los ochenta las tensiones políticas se vuelven insostenibles en Alemania y el muro de Berlín cae propiciando la unificación alemana. Alex se convierte en testigo de un cambio histórico que le abrirá paso al temido capitalismo. Sin embargo, aquel suceso coincide con la recuperación de su madre, quien estuvo en coma durante 8 meses y no pudo ver cómo la lucha de toda su vida se desvanecía al igual que los ideales leninistas de sus contemporáneos.
A partir de ese momento la única preocupación de Alex es cuidar la salud de su madre, por lo que debe evitar a toda costa que se entere del nuevo contexto político del país. Eso implica que Ariane (Maria Simon), su hermana, también se una al plan, pues su madre jamás podría aceptar el abandono de sus estudios universitarios, y mucho menos para convertirse en cajera de Burger King.
La convalecencia de Christine se vuelve un motivo de unión familiar que mantiene a los hermanos en una especie de máquina del tiempo: dentro del cuarto de su madre aún prevalece el socialismo, y fuera de él se avizoran las primeras muestras de la llegada del capitalismo.
Por el bien de su madre, Alex también debe contener la emoción que le genera el descubrimiento de un contexto social en el que las posibilidades son infinitas. Los cambios que trajo la unificación son visibles en distintas partes de la película. Un claro ejemplo es la escena en la que los vecinos cambian sus antiguos muebles por unos más modernos, o cuando a raíz de la nueva distribución de las viviendas, Alex y su novia encuentran un departamento amueblado y lo ocupan sin ningún problema. Situación muy común en la época.
La vida de Alex está cambiando radicalmente, y por ello debe permanecer firme ante el propósito de que su madre muera creyendo que el socialismo que tanto deseó sigue vigente, y que incluso está dando resultados. Todo es un gran montaje, pero él solo quiere proteger la lucha de toda una vida.
¡Adiós, Lenin! es una emotiva cinta que puede apreciarse desde distintas perspectivas, pues engloba uno de los periodos más importantes de la Historia. Si también es una de tus películas favoritas te invitamos a verla una vez más por Claro video.