El futuro no es como nos lo habían contado. La literatura y el cine nos pintaron un panorama del siglo XXI que no se parece al tiempo en que vivimos. Pero la historia del festival de Cannes nos ha acercado.
Aunque la información tiene rapidez de vértigo, seguimos tardando 15 horas en ir de México a Francia, no tenemos coches que vuelan, ni conversamos con androides, tampoco naves que nos lleven a otros planetas; sin embargo, no podemos imaginar qué habría sido de nosotros sin el romanticismo de Jean-Luc Godard, el prolífico cine de Pedro Almodóvar o las subversivas y escandalosas películas de Luis Buñuel. Gracias al Festival de Cine de Cannes, lo imaginamos.
1939 fue un año clave para el cine; parecía que el sueño de Louis Lumiére se haría realidad con el Festival de Cine Cannes, pero los aires bélicos demoraron la primera edición hasta el 20 de septiembre de 1946.
En el otoño del 52 los organizadores entendieron que había que llevar la atención del mundo hacia le Croissette justo al inicio del verano, y a partir de ese año el Festival se realizaría en la temporada más cálida del año.
Para ese entonces, más que la calidad de las películas, lo esencial, para muchos, era el ruido mediático, como las grandes estrellas que sólo animaban a la gala.
Pero los genios del celuloide comenzaron a requerir un espacio para ser premiados y promovidos como Marty, de Delber Mann, quien se llevó la primera Palma de Oro: El cine de autor fue enaltecido y el Festival acaba de poner su máximo sello.
Junto al glamour de las estrellas y los filmes, construyeron un movimiento de arte donde la fotografía constituyó una pieza esencial de lo que es hoy el Festival de Cine de Cannes.
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