El sujeto mexicano siempre ha guardado cierta melancolía, la añoranza de lo perdido, de esto justamente hablaron Roger Bartra y Octavio Paz. Este espíritu mexicano que los escritores han retratado, encontró su voz un primero de septiembre de 1931 con el nacimiento de Gabriel Siria Levario, mejor conocido como Javier Solís.
Los orígenes de Solís siempre han sido polémicos: algunos sitúan su nacimiento en Nogales y otros en Tacubaya. El Rey del Bolero Ranchero tuvo una vida difícil: hijo de padre panadero y de madre comerciante, conoció el abandono y el desamparo de su familia a muy temprana edad. Las ausencias no fueron en vano, el vacío con el que creció Javier forjaría profundamente su sensibilidad artística.
Javier Solís entró en el ambiente artístico por cuestiones monetarias, después de haber sido carnicero, cargador de canastas y lavador de coches. Inició su carrera en las calles de Garibaldi con el Dúo Guadalajara y Trío Flamingo, llamado después Trío México, con sus colegas Pablo Flores y Miguel Ortiz Reyes. Su primera grabación fue ‘Tómate esta copa’ con el Trío los Galantes, sin embargo nunca obtuvo reconocimiento. Fue hasta que Julito Rodríguez Reyes, primera voz del Trío los Pancho, lo recomendó en Discos Columbia de México, donde grabó su primer sencillo, Por Qué Negar/Que te importa.
El primer trabajo de Solís titulado Javier Solís, Volumen I llegaría de la mano del productor Felipe Valdés Leal que había trabajado con Víctor Cordero Aurrecoechea, Felipe Bermejo y Chucho Martínez Gil entre otros. Valdés Leal terminó convirtiéndose en el formador de Solís, sacándolo del estilo Pedro Infante, para llevarlo a un punto donde la voz de Solís pudiera desplegarse con toda la autenticidad que la caracterizaría.
El pináculo de Solís sería alcanzado con Fantasía Española y Trópico en 1962 y 1963, respectivamente. En estos discos Solís interpreta magistralmente canciones de El Flaco de Oro que lo inmortalizarían como uno de los mejores intérpretes mexicanos.
El 19 de Abril de 1966 el Señor de las Sombras dejaría de existir a causa de un fallo cardiaco. Javier no sólo dejó un legado artístico, también nos ha dejado una manifestación, a través de su voz, del espíritu del mexicano.
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