¡Madre!: La influencia de la religión en la figura materna

La carrera cinematográfica de Darren Aronofsky consta de 8 cintas como director, en cada una de sus provocadoras películas, ha logrado sacudir e incomodar la mente del espectador, obligándolo a experimentar emociones que van del asombro a la desesperación.

Hace un año el director estadounidense nos presentó ¡Madre!, un thriller psicológico en el que una mujer (Jennifer Lawrence) observa cómo poco a poco el hogar que tanto ha cuidado se ve invadido por un grupo de extraños, al mismo tiempo que su esposo (Javier Bardem) se transforma en un hombre iracundo e irracional, víctima de su soberbia.

La pareja vive en una casa idílica en medio de un hermoso campo. Madre adora cada rincón del espacio que comparte con Él, su esposo, quien se dedica a escribir su próxima obra. Todo transcurre con armonía hasta que un día aparece en la puerta un misterioso hombre (Ed Harris) que se instala en el hogar a pesar del desconcierto de Madre. Poco tiempo después aparece la esposa del huésped (Michelle Pfeiffer).

Tras la aparición de los hijos de los huéspedes extraños sabemos que algo no anda bien. ¿Por qué Él admite a esos desconocidos en su hogar? Mientras la desesperación de Madre aumenta y se ve reflejada en tomas cerradas que enmarcan su semblante en decadencia, comprendemos lo que sucede: son un grupo de fanáticos de la obra de Él.

Según declaraciones del propio director, la película es una completa alegoría a la Biblia. Lawrence encarna a la madre naturaleza, es por eso que desde el inicio observamos una clara conexión entre ella y su hogar, el planeta Tierra.

Las violentas escenas de culto que se muestran en la cinta son una agresiva representación del fanatismo religioso que divide creencias y genera implacables guerras en el mundo. A lo largo de la trama vemos cómo lentamente el espíritu de Madre se quiebra ante la actitud desconsiderada de los intrusos que llegaron a invadirla.

Aunque el largometraje tiene una relación directa hacia la religión también puede interpretarse como una advertencia sobre el fanatismo ciego con el que enaltecemos a las figuras mediáticas hoy en día, y por supuesto, como un reflejo de los abusos que comete el ser humano en contra del planeta Tierra.

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